miércoles, 26 de junio de 2013

¿Estuve en el Primavera Sound?

Yo juraría que si pero ya dudo. Il mondo gira que diria Celentano y después de semanas con todos los monos desaparecidos en combate los fragmentos de la realidad se acumulan como montañas que oscurecen la línea del cielo. En el bosque de la noche todos los gatos son pardos y nos puede pasar que confundamos los rábanos y las hojas de manera fatal. O pongo por escrito lo que recuerdo o en pocos días todo será parte de ese mar que mezcla las cosas que olvidaste y lo que nunca te ocurrió.
Yo estuve en el Primavera Sound y no he estado en el Sónar y ambas cosas son ciertas. Si Dani, Sergio, Marian, Arantxa, José Antonio y el resto piensan lo contrario me lo tienen que decir porque yo creo que si estuve. Llevamos años comprando el abono con muchos meses de antelación para ahorrarnos pasta y, desde que lo retramite la página Web del festival, sigo la sesión del jueves en mi ordenador- Will Nothing, Delorean y algo de Tame Impala– es lo que tienen las obligaciones laborales. El viernes llegamos al Parc del Fòrum a eso de las once listos para ver a los hermanos Reid y compañía; el sábado madrugamos para disfrutar de Adam Green, Binki Shapiro y todo lo que vino después. Aclaro esto porque estoy leyendo cosas en blogs y páginas web sobre lo acontecido en el festival y he alucinado tanto que aquí me tienen defendiendo mi versión de los hechos.




Si el año pasado los vencedores del festival fueron Beach House en esta edición el trofeo al más simpático se lo daremos a Adam Green que estuvo magistral en el arte de entretener desde un escenario y la copa del mundo de los vencedores del 2013 se la vamos a entregar al al veinteañero James Blake - ¡¡ Qué concierto!!- Nos acercamos entre escépticos y curiosos siguiendo el revuelo mediático y nos llevamos el sorpresón del festival. Desde ese actuación escuchó sus discos y me parecen mejores, especialmente Overground, que es una colección de canciones que da gusto disfrutar tanto sólo como en compañía. Hay músicas que piden directo para mostrar el músculo o la emoción y otras que levantan sospechas. El set intenso y concentrado del inglés disipó todas las nubes, qué maravilla, qué puesta en escena más bien planeada, con James a los mandos del teclado y cacharros electrónicos varios y enfrentado a él, con otro teclado, su eficaz acompañante, un alter ego que parecía formar con el joven Blake un juego de espejos que duplicaba la realidad. Eran los dos guapos, barbilampiños, vestían parecido y llevaban hasta la misma mecha alborotada sobre la frente. En el centro, al fondo como mandan los cánones, la batería servia los sonidos que anclaban la música al planeta Tierra. El concierto siguió una estrategia que buscaba aumentar progresivamente la intensidad emocional hasta convertir el espectáculo en una tela de araña que enganchó a propios, extraños y a algún despistado que pasaba por allí para hacer tiempo. Es difícil justificar el porqué de algunas cosas pero se notaba que aquel era el lugar y el momento preciso para esas composiciones de ropaje contemporáneo, urbanas, frágiles, intensas, con esas voces emocionantes que se desdoblan sumando fuerzas como en una plegaria metálica. En el discurso de James Blake es tan importante lo que se dice como los huecos de las canciones, los silencios y el crepitar de los graves. El espacio del escenario Primavera es inmenso, a priori ingobernable y aún así, el británico fue capaz de hacerse con él hasta convertir la actuación en una cosa íntima. Nosotros, el público, nos movíamos ensimismados por un carrusel de emociones controladas que se desbordaron con un par de acelerones de beats que animaron al baile y a destensar los músculos. Casi sin darnos cuenta la actuación había terminado y todos supimos de inmediato que acabábamos de disfrutar de unos de los momentos del festival.



No me gusta Nick Cave mucho, no me molesta su música y tengo un Great Hits que me da igual oír que no. Es de un amigo que me lo prestó y al que nunca se lo devolví por despiste. No se si esta negligencia le ha hecho la vida más fácil y le ha ahorrado sufrimiento o por el contrario lo ha hecho peor persona. Yo no me quejo de cómo me ha ido a pesar de mis lagunas enormes en muchos campos y en especial en mis conocimientos sobre música popular. Como somos gente educada y respetuosa nos instalamos en la inmensidad del escenario Heineken relativamente cerca, escorados a la izquierda, dispuestos a disfrutar de una performance de alta intensidad. Es curioso, cuando ves a un tipo que se toma tan en serio y no participas de la ceremonia, la gravedad, la arrogancia, el exceso de testosterona, las bajadas mesiánicas del escenario, la furia fingida y la falta de humor en lugar de arrastrarte hacia la celebración te va alienando y expulsando de ella. Pasadas cuatro o cinco canciones ya éramos extraños en el planeta equivocado. Nos fuimos alejando poco a poco, no sin dificultad, porque el llenazo era mayúsculo. Cuando más lejos estábamos más pequeño se hacía un Nick que persistía en su histrionismo, sus aspavientos y su arrogancia de madera. Era como si su primera prioridad fuera dejar bien claro que el sabía como se las gastaba Dios y que en cierta ocasión había jugado al póker en el infierno. A mi, desde tan lejos, me recordaba una de la marionetas que entretienen a los niños en el Centro Comercial los fines de semana. La insoportable levedad del ser es más evidente en aquellos que han decidido caminar por el lado trágico de la vida cuando tienen público ¿ Se puede ser leyenda y aburrido? Me tenía que haber ido antes a ver a Camera Obscura; ya se que nunca abrirán capítulo en la enciclopedia de la música pop pero me lo habría pasado mejor; Lloyd are you ready to be heartbroken?



Como ya he contado, Jesus and Mary Chain fue el primer concierto que vimos y nos tocó correr para llegar al escenario Heineken que es infinito y está situado casi en Italia. He de advertir que los creadores de Psychocandy, Atomatic etc fueron y siguen siendo uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos pero eso no siempre es la mejor manera de prevenir la decepción en los partidos de viejas glorias tan de moda en estos tiempos de envejecimiento de la población, gentrificación de festivales y cronologías líquidas. Los precedentes eran tan grises como las nubes de Darkland; en el último FIB en el que actuaron semanas antes de su disolución, la cosa fue un puto desastre. Años después tocaron en un Summercase y aquello fue tan incoloro, inodoro e insípido que ya no se si tocaron de verdad o me lo he inventado. De entrada, me gustó la bruma turbia y la cruz de luces que presidía el escenario. Era como en los viejos buenos tiempos y molaba. El volumen no parecía suficiente – en ese escenario nunca me sonó adecuado a excepción de con Blur-; afortunadamente y pese a la falta de fiereza que demandan algunos pasajes la cosa fue digna y por momentos emocionante; más por lo que recordaba que por lo que proponía. La sucesión de hits y la seriedad de la actuación evitó desapegos y condescendencias. Después de tantas batallas aún mantiene el tipo, que no es poco.



El Sábado cuando estábamos buscando Fresco, el restaurante donde habíamos comido en años precedentes, Arantxa se llevo el disgustón del día,vía Twitter se enteró que en el último minuto Band of Horses se caían del cartel. Al poco nos dimos cuenta de que nunca encontraríamos el restaurante porque, como muchas otras cosas, la crisis se lo había llevado por delante. Terminamos en un pequeño bar que hacía esquina y comimos mejor de lo que se intuía. A veces hay caminos inescrutables y hay quien escribe derecho con reglones torcidos. La fatalidad nos permitió a los que habíamos llegado viernes disfrutar de un nuevo e inesperado concierto de Deerhunter que repetían actuación para llenar el hueco. A Arantxa, que los había visto varias veces, no le sirvió de consuelo pero a nosotros nos pareció bien el cambio, la banda de Atlanta es, a día de hoy, un valor seguro tanto en disco como en directo y su front man Bradfort Cox lleva camino de convertirse en uno de esos músicos referenciales de su generación al estilo de Jarvis Cocker, Stephen Malkmus, Bobby Gillespie o Stephin Merritt.



Los Planetas y Blur tienen algunas cosas en común, los dos acumulan toneladas de recuerdos y nostalgias entre el público asistente y ambas formaciones son capaces de generar la expectación que tenían las cosas cuando pesaban. El silencio ante el arranque de la actuación de Los Planetas advertía que aquello iba a ser importante, quizás único-. Los de Granada no enchufaron las pantallas laterales y eso nos obligó a remolinarnos en torno al escenario. Las canciones sonaban nítidas, llenas de detalles y con un protagonismo de la voz de Jota como no tenía cuando se grabaron esos temas. El respetable cantaba y cantaba en un viaje en el tiempo emocional condenado a fracasar como todos los intentos de viajar al Pasado. Nostalgia y emoción sin riesgos ni sorpresas pero emoción al fin y al cabo. Convertir un disco en un monumento anima a la reverencia y a la contemplación pero puede acabar con la magia como si fuera una atracción más de la feria. Jota lo sabe mejor que nadie pero el dinero siempre es un gran argumento.



Blur también cargan con el peso de haber definido una época y además comparecieron dispuestos a darse un homenaje y dejar claro que ellos eran lo importante y después estaba todos lo demás. Street is like a jungle so call the police, Girls and Boys comenzó a sonar y todos comenzamos a saltar y nos olvidamos del frío inesperado y del cansancio del viaje. Los del Londres venían con todo dispuestos a convencer: cuatro o cinco músicos con vientos, coro de Gospel y la experiencia de haber triunfado en Hyde Park durante las olimpiadas con un set muy parecido. Allí estaban los cuatro responsables de Park Life convencidos de poder demostrar que sus canciones siguen teniendo vigencia. A la tercera canción Grahan Coxon se retorcia por el suelo flipando con su guitarra mientra Damon saltaba lleno de energía, el político laborista Rowntree, eterno candidato al parlamento, golpeaba la batería con eficacia y Alex James, habitual de las páginas de gastronomía de los tabloides y ganadero de éxito marcaba con su bajo las canciones maravillosas fumando mucho menos que cuando entonces. Había excitación, urgencia y ganas de espantar sospechas; Damón incluso se atrevió a tirar agua de su botella a un público de treinta y muchos, de clase media, preocupados por las últimas tendencias y con inquietudes culturales como si aquello fuera el FIB. Hubo éxitos incontestables y canciones inesperadas. Recuerdo con agradecimiento This is a Low , Beetlebum, For Tomorrow y The Universal. Si no me falla la memoria del útltimo disco Think Tank sólo tocaron Out of Time y se reservaron Son 2 para despedir la actuación en lo más alto. La cosa termió como había empezado sensacional y al encenderse las luces me encontré a Sergio y a su hermano Alfonso sonrientes como el resto del público. El espectáculo había sido extraordinario. La empresa de éxitos pop Blur tiene un gran catálogo, una alta profesionalidad y no creo que sea la última vez que los tengamos entre nosotros. Aleluya.



Algunas pinceladas antes de despedir estos recuerdos caóticos de un festival que se consolida como referencia en la agenda nacional e internacional. El Primavera Sound se parece cada vez más a nuestro disco duro y presenta una hiper oferta que es inabarcable e imposible de cubrir. Sólo si tienes el poder de algunos críticos musicales puedes conseguir estar en dos o tres escenarios al mismo tiempo.
El sábado decidimos ver a Chucho en lugar de The Sea and The Cake y no me arrepiento, la banda de Alfaro sonó más compacta e intensa que en su reciente visita.Tienen un montón de hits pero también el reto de refrescar un repertorio que difícilmente aguantaría otra gira por las mimas salas sin sabia nueva. Nos hubiera gustado ver a Dexys pero eso suponía salir del recinto y hacer mucha cola en el Auditori. Con My Bloody Valentine me llevé una de los pocas decepciones del festival porque aunque les veíamos mover la boca no les escuchábamos. Se puede ser muy fan de Loveless pero sin las melodías vocales que articulan el ruido blanco soñado por Kevin Shields se desdibuja el conjunto.
El frío en la madrugada se había intensificado y hacia daño. Entonces entendimos que una retirada a tiempo muchas veces es una victoria.



Dice Carlos Marx que nuestros hijos se parecen más a su época que a sus padres, eso se ve muy bien cuando se programa actuaciones que pretende recuperar aquellos maravillosos años. The All tomorrows Party Experience tan del gusto de los organizadores puede resultar cómoda, curiosa, decepcionante, educativa, entretenida pero siempre sabe un poco a comida precocinada recalentada para la ocasión. En los productos envasados al vacío no caben las sorpresas,ni la incertidumbre; si la respuesta a lo que nos pasa está en el aire como vamos a encontrarla metiendo la cabeza en el microondas. Al año que viene más. mono3