En Globópolis llevábamos días raros, los gitanos romaníes que acampaban más allá de la carretera y que durante meses veíamos pidiendo dinero y escarbando en los contenedores como si fueran animales invisibles se habían convertido de repente en mercancía electoral. El ambicioso ministro del interior socialista de globopolis había decidido ser tan duro como su predecesor conservador Nicolas y había ordenado el desmantelamiento de los campamentos sin más miramientos. La crisis los había hundido en las encuestas y ese tipo de medidas tan forzadas como poco misericordiosas, siempre mejoraban unas decimas su aprobación como ministro del interior. Para ser de izquierdas, e hijo de un exiliado español, vestía muy bien, tenía una mujer envidiable y daba tan bien en cámara como el anterior primer ministro. En su flamante coche oficial estaba convencido que la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad eran unos nombres estupendos para perfumes delicados. La línea del cielo
TEsto perteneciente al programa de radio nº 7 de la linea del cielo ( lalineadelcielo.com)
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