Tachenko podrá cantar lo que quiera pero los que nacimos en el Mediterráneo sabemos que lo que se nos viene encima esta muy lejos de la mágia de las películas de Rhomer; ni siquiera se va a parecer a Verano Azul.
Resulta difícil escapar a lo inevitable, agosto asoma el hocico con olor a crema protectora y sardina frita. Llega el mes de las bermudas, la camiseta sin mangas, las fiesta de pueblo, el Gran Prix, las reposiciones en TV, la sangría imposible, la arena en los pies, el sol rabioso, los suplementos de verano inútiles y las montañas de libros por leer. Toca mantener el tipo, poner al mal tiempo buena cara y esperar a que llegue noviembre. Tampoco queda tanto.
Los que despiden nuestra plegaria de hoy se ponían realmente contentos cuando llovía. Cada día los entiendo más.
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